El vitiligo es una enfermedad cutánea adquirida, de probable etiología autoinmune, que resulta de la destrucción selectiva de los melanocitos de la piel. Se presenta clínicamente con manchas blanquecinas, de bordes definidos, que suelen tener distribución simétrica.
Es muy frecuente; se estima que la padecen del 1 al 2% de la población. Afecta tanto a hombres como a mujeres.
Puede iniciarse a cualquier edad, pero en la mitad de los casos aparece antes de los 20 años.
Localización: Generalmente afecta áreas normalmente más pigmentadas como la cara, las axilas, las ingles, las mucosas (genitales, labios y encías); áreas sometidas a fricción permanente o traumatismo como el dorso de las manos, de los pies, de los codos, de las rodillas y de los tobillos.
En las zonas afectadas el pelo puede volverse blanco.
Las manchas son asintomáticas, de distinto tamaño y distribución y bordes definidos. En ocasiones, el borde puede tener un color intermedio, o aparecer un poco inflamado y rojizo, e incluso tener una tonalidad más oscura.
El diagnóstico del vitiligo es generalmente clínico, complementado en ocasiones con el examen con luz de Wood, que emite una luz ultravioleta; algunas lesiones dermatológicas se hacen fosforescentes al enfocarlas con una lámpara de Wood.
Sólo en situaciones que plantean dificultades diagnósticas se realiza una biopsia de piel. En ella se debe demostrar la ausencia de melanocitos; por lo demás la piel es completamente normal.
La falta de color en las lesiones de vitiligo se debe a la desaparición de melanocitos. Los melanocitos son células que fabrican melanina, que es la sustancia que da color al pelo y a la piel. Se desconoce la causa de esta desaparición celular. Actualmente existen varias teorías para explicarla, pero aún no hay pruebas concretas que avalen ninguna de ellas:
- Teoría autoinmune: el propio sistema inmune del paciente reconoce a los melanocitos como una amenaza y los elimina.
- Teoría neurógena: en las terminaciones nerviosas se libera alguna sustancia que es tóxica para las células que dan color a la piel.
- Teoría de autodestrucción: los melanocitos se destruyen a sí mismos, probablemente por exceso de función.
También se cree que puede tener algún factor hereditario, ya que un 20% presenta antecedentes familiares de vitiligo.
Existen varios tipos de vitiligo según su forma de aparición:
1) Localizado: una o más manchas localizadas. Puede ser focal cuando la lesión es aislada en un área, o segmentario cuando sigue el trayecto de un nervio.
2) Generalizado:
- Diseminado: es la forma clínica más frecuente, con lesiones simétricas, que se localizan en varias zonas corporales.
- Universal: es la forma menos frecuente, con pérdida de pigmento en casi toda la superficie corporal.
El vitiligo se asocia con otras enfermedades como: diabetes, tiroiditis autoinmune, hipotiroidismo e hipertiroidismo, enfermedad de Addison, asma, alopecia areata, miastenia gravis y anemia perniciosa.
Los pacientes con vitiligo con frecuencia atribuyen el inicio de su problema a un evento de vida específico, crisis o enfermedad. En algunos casos el inicio se produce luego de un traumatismo físico; esto se denomina fenómeno de Koebner.
Las quemaduras solares también han sido implicadas. Muchas veces el bronceado sólo pone en evidencia lesiones preexistentes.
El embarazo y los anticonceptivos orales tendrían un efecto impredecible en el curso de la enfermedad.
Tratamiento:
No hay un tratamiento para el vitiligo que sea del todo satisfactorio, pero se han conseguido algunos resultados bastante notables.
El objetivo del tratamiento es estabilizar el proceso de despigmentación y lograr la recuperación del pigmento en las lesiones.
La cara, y en menor medida el tronco, tienden a presentar una mayor repigmentación, mientras que manos y pies evidencian los menores índices de recuperación.
En general, los niños responden en forma más completa y permanente que los adultos.
En la selección del tratamiento apropiado se debe tener en cuenta el tipo de vitiligo, su actividad, extensión y localización, así como las expectativas del paciente, su edad, su disponibilidad de tiempo y los riesgos a asumir.
Los pacientes deben ser educados en fotoprotección, camuflaje cosmético y se les deben explicar las posibilidades terapéuticas existentes, médicas y quirúrgicas, con sus ventajas, limitaciones y efectos adversos a corto, mediano y largo plazo.
En la actualidad, los corticoides tópicos y la fotoquimioterapia con psoralenos + UVA (PUVA) o la fototerapia con UVB de banda angosta son las opciones más ampliamente utilizadas y con las que se tiene mayor experiencia.
Algunos fármacos como el tacrolimus o el calcipotriol pueden ser de utilidad cuando se combinan con otras terapéuticas.
La fenilalanina y el afamelanótido han mostrado resultados prometedores, aunque se necesitan nuevos estudios que confirmen su eficacia y seguridad.
Los tratamientos quirúrgicos como el injerto de piel tienen como objetivo transplantar melanocitos de zonas pigmentadas de la piel a otras carentes de ellos.
En los pacientes que tienen un vitíligo muy extenso o aquellos que tuvieron mala respuesta a los tratamientos médicos y/o quirúrgicos se emplea hidroquinona en crema para provocar una despigmentación. El resultado final es que toda la piel del paciente se torna de un blanco tiza, similar al de las lesiones del vitiligo. Debe tenerse en cuenta que es un proceso irreversible, es decir, que una vez que se han conseguido resultados, la piel nunca vuelve a su estado normal.
SE DEBE TENER EN CUENTA QUE EN NINGÚN CASO EL PACIENTE DEBE AUTOMEDICARSE.
EL TRATAMIENTO DEBE SER INDICADO Y SUPERVISADO POR EL MÉDICO DERMATÓLOGO.
Repercusión psicológica del vitiligo en la niñez y la adolescencia
Para el niño/adolescente el manejo de factores psicológicos y sociales que se producen por el padecimiento de vitiligo marcan las reacciones emocionales y las relaciones interpersonales, afectando su calidad de vida.
El punto de vista estético se encuentra afectado por la visibilidad del síntoma que interfiere en la vida social del niño/adolescente ya que su apariencia física se ve dañada.
Acontecimientos importantes en la vida de las personas actúan como estresores y constituyen factores de riesgo para la aparición o el aumento de la cronicidad de la enfermedad.
La intervención del psicólogo es de vital importancia para ayudar a que el paciente pueda recobrar la función protectora de la piel y por lo tanto su sentido de identidad y ubicación en la sociedad.
Dra Anabel Manzone
San Lorenzo 2076
TE: 0223-4920134
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